Muere Jane Goodall, pionera de la primatología y defensora incansable de la naturaleza, a los 91 años

Informalia

El mundo de la ciencia y la conservación está de luto. El Instituto Jane Goodall confirmó este miércoles el fallecimiento de la reconocida primatóloga británica Jane Goodall, a los 91 años, por causas naturales. La investigadora, Mensajera de la Paz de Naciones Unidas y una de las voces más influyentes en la defensa del medio ambiente, murió en California mientras participaba en una gira de conferencias en Estados Unidos.

“Con gran tristeza compartimos que la doctora Jane Goodall ha partido de este mundo. Su legado, como pionera en el estudio del comportamiento animal y como incansable promotora de la paz y la protección de nuestro planeta, permanecerá para siempre”, señaló la institución en un comunicado oficial.

Goodall será recordada como la mujer que transformó para siempre el estudio de los primates. Su investigación en Tanzania, iniciada a principios de la década de 1960, marcó un antes y un después en la ciencia. Fue la primera en demostrar que los chimpancés no solo podían fabricar herramientas, sino también utilizarlas, un descubrimiento que derribó la rígida frontera que hasta entonces separaba a los humanos del resto del reino animal.

A contracorriente de la tradición científica de la época, decidió poner nombres a los chimpancés en lugar de asignarles números, observando sus personalidades y relaciones sociales con un detalle que desafiaba las convenciones. Gracias a ella, individuos como David Greybeard, el célebre chimpancé de barba plateada, se convirtieron en símbolos de una nueva manera de entender la naturaleza. Su cercanía y su capacidad de transmitir conocimiento hicieron que el gran público también se interesara en la vida de los primates. En alianza con National Geographic, Goodall llevó sus investigaciones a millones de hogares a través de documentales, reportajes y libros que inspiraron a generaciones enteras.

Nacida en Londres en 1934 y criada en Bournemouth, Goodall mostró desde niña un amor profundo por los animales. Inspirada por lecturas como Tarzán y El doctor Dolittle, soñaba con viajar a África para convivir con la fauna salvaje. Ese deseo se concretó en 1957, cuando viajó a Kenia y conoció al antropólogo Louis Leakey, quien la alentó a estudiar chimpancés en el actual Parque Nacional Gombe, en Tanzania.

Sus hallazgos revolucionaron la primatología, pero con el paso de los años comprendió que la ciencia por sí sola no bastaba para salvar a las especies amenazadas. Testigo de la deforestación, la caza furtiva y la degradación de ecosistemas, Goodall amplió su campo de acción y se convirtió en una de las defensoras más influyentes de la conservación ambiental y la lucha contra el cambio climático. En 1977 fundó el Instituto Jane Goodall, una organización sin fines de lucro dedicada a la investigación, la educación ambiental y el desarrollo sostenible en comunidades locales. Posteriormente impulsó Roots & Shoots, un programa global dirigido a jóvenes que hoy cuenta con miles de participantes en más de 100 países.

La trayectoria de Goodall fue ampliamente reconocida. En 2003 fue nombrada Dama del Imperio Británico por la reina Isabel II, y en 2025 recibió la Medalla Presidencial de la Libertad en Estados Unidos, el más alto honor civil del país. Publicó más de 30 libros, entre ellos Reason for Hope: A Spiritual Journey, que se convirtió en un referente de la literatura ambientalista.

Pese a su avanzada edad, nunca redujo su actividad pública. Viajaba alrededor de 300 días al año para dar charlas, reunirse con líderes mundiales y motivar a comunidades de todos los continentes. En sus intervenciones, insistía en la urgencia de actuar frente a la crisis climática y en la capacidad de los jóvenes para construir un futuro más sostenible. “Todavía hay tiempo, si trabajamos juntos con respeto hacia la naturaleza“, afirmaba con frecuencia. Su mensaje, lejos del derrotismo, se centraba en la esperanza y la acción colectiva.

Jane Goodall no solo abrió caminos para la investigación científica; también rompió barreras de género en una disciplina dominada por hombres y abrió las puertas a otras investigadoras, como la célebre Dian Fossey. Su trabajo contribuyó a que la sociedad reconociera la importancia de los primates en los ecosistemas y la necesidad de proteger su hábitat.

Al anunciar su partida, el Instituto Jane Goodall invitó a continuar su labor: “La mejor manera de honrar a Jane es mantener vivo su mensaje de esperanza y actuar en defensa del planeta que compartimos”.

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