Inicio del curso digital: la tormenta política da paso a la luz de las empresas y la promesa de la revolución tecnológica

Después de varios días de lluvia y cielos encapotados, el sol se abrió paso ayer en Santander justo a tiempo para recibir a los asistentes del 39º Encuentro de la Economía Digital y las Telecomunicaciones, que organiza la patronal Ametic en las caballerizas del Palacio de la Magdalena. El escenario, a pie de playa, contrasta frontalmente con el ambiente enrarecido que dominaba los pasillos tras un plantón histórico: por primera vez, el ministro del ramo, Óscar López, se ausentaba de la cita.

El runrún en los corrillos era inevitable. Se hablaba de excusas cruzadas -una cumbre climática de Pedro Sánchez, un viaje a Colombia-, pero también de razones menos confesables: la polémica adjudicación de contratos a Huawei para RedIRIS y el fiasco de la fábrica de chips de Broadcom, que deja herido de muerte el PERTE más ambicioso de la legislatura.

En su lugar, subió al escenario María González Veracruz, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, que trasladó al sector un “afectuoso saludo” del ministro y un mensaje de complicidad. No logró disipar del todo el malestar, aunque sí aportó la primera noticia del día: 87 millones de euros para financiar nuevas ‘smart cities’, una convocatoria que se abrirá en octubre según adelantamos en DISRUPTORES – EL ESPAÑOL y que promete proyectos más ambiciosos que la mera instalación de sensores.

El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López

Con el rumor político todavía flotando en el aire, tomaba el relevo el sector empresarial. Paco Salcedo, CEO de Microsoft España, repasó en su primera puesta de largo en la capital cántabra la evolución de la inteligencia artificial -del machine learning a los agentes inteligentes-, con un discurso en el que sus retornos de inversión superiores a tres veces provocaron chispas en muchos de los ojos de los asistentes.

Salcedo citó incluso ejemplos más disruptivos, como un sustituto del litio para baterías. “Todo esto solo es posible si la cultura está abierta al cambio y si hay un uso responsable de la tecnología”, advirtió Salcedo, mientras enumeraba los factores críticos para que España se suba a la ola de la IA: infraestructura, seguridad, talento y soberanía digital. Si estuviera el ministro quizás hubieran servido de algo estas alusiones…

El testigo lo recogió Ana Alonso, vicepresidenta senior de sector público en el Sur Oeste de EMEA Salesforce, que asimismo puso el acento no en la inteligencia artificial, sino en las personas. “El principal problema de la adopción de la IA son las personas”, advirtió, subrayando que la verdadera transformación pasa por crear la fuerza de talento del futuro. Para Alonso, la barrera ya no es técnica, sino cultural: cuesta aceptar la llegada de los agentes y convertir a las compañías en Agentic Enterprises.

Ejemplificó Alonso con el caso de una empresa de formación cuyos estudiantes se conectaban fuera del horario de los profesores y comenzaron a ser atendidos por agentes, lo que disparó su tasa de éxito. En Salesforce, explicó, ya los emplean como asistentes internos y en la gestión de leads, mejorando la respuesta y la toma de decisiones. “No se van a automatizar trabajos, se van a automatizar tareas”, resumió.

Cara a cara se encontraron José Valles, director general de SAP España, y Manuel García del Valle, CEO de Inetum, que coincidieron en señalar la magnitud de la ola tecnológica que vivimos en la actualidad. “Esta revolución que estamos viviendo con la IA es quizá solo comparable a la que supuso la electricidad”, aseguró Valles, mientras que García del Valle, más pragmático, recordó que la inteligencia artificial “no es autónoma”, pues depende de otras herramientas y enfrenta retos de seguridad y talento. Ambos pusieron el foco en las pymes, auténtica espina dorsal del tejido productivo español, y coincidieron en que su velocidad de adopción será crítica para que la digitalización cale de verdad en la economía del país.

Del futuro a tierra firme

Del futuro a tierra firme, con casos de éxito que bajan la promesa tecnológica de las musas al teatro. Es lo que mostraron en el encuentro Daniel Pérez (Zunder) -hablando de software y datos como núcleo de su red de recarga de vehículos eléctricos, con un cuarto de la plantilla dedicada a programar.-, o Sebastián de Diego (Tebrio), que sorprendió con proteínas, aceites y fertilizantes basados en insectos, un negocio que apunta también a la salud humana y al envejecimiento.

Mención aparte merece Ige G. Chániz (Lin3s), quien recordó que digitalizar no es solo instalar tecnología, sino afrontar cambios de procesos y de propiedad del dato. Todos coincidieron en que el dinero (público y privado, esa sempiterna promesa de la colaboración entre ambos polos) ha sido clave para poder crecer.

Entre cafés y conversaciones en los jardines, el contraste no pasó inadvertido: del desencuentro político a los millones para ciudades inteligentes; de los grandes titulares sobre agentes de IA a la proteína de insectos; de la lluvia pertinaz de los últimos días al sol que por fin se abre paso. Como si Santander hubiese querido dar también su propio mensaje: el curso digital comienza, con claroscuros, pero con la certeza de que, al final, las nubes siempre quedan atrás.

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