Dime dónde naciste y te diré cómo eres. Así lo sugieren nuevas investigaciones que exploran cómo la geografía impacta en la personalidad, el comportamiento social y la salud mental. Los resultados indican que factores como el clima, la densidad urbana o la cultura local son tan influyentes como la educación o la genética.
El psicólogo Friedrich Götz, uno de los autores del estudio disponible en la NIH, subraya: “No vivimos en un vacío. Todo lo que los seres humanos hacen, piensan y sienten está arraigado con su geografía”. La investigación, publicada también en Nature Human Behaviour, establece un marco que conecta variables geográficas con cuatro grandes dimensiones psicológicas: cognitivas, emocionales, personales y sociales.
Ejemplos de influencia geográfica
El análisis diferencia entre geografía espacial, física y humana. Según sus autores, estas dimensiones no solo condicionan la manera de relacionarse, también influyen en la percepción de seguridad, en las tendencias ideológicas o incluso en el bienestar emocional de las personas.
Un caso estudiado en un barrio periférico de Santiago de Chile evidenció que las mujeres perciben mayor inseguridad que los hombres. Sin embargo, las intervenciones urbanísticas demostraron que esta percepción puede cambiar mediante la regeneración de espacios públicos. Esto confirma que la planificación urbana tiene un efecto directo sobre la psicología individual.
Otro estudio, desarrollado en el Reino Unido, encontró relación entre haber nacido en zonas con alto desempleo y una inclinación hacia políticas de mayor intervención estatal. Al mismo tiempo, mostró menor apoyo a posiciones progresistas en temas de género. De este modo, el contexto económico del territorio deja huella en la orientación política de la población.
Clima y cultura como condicionantes
La influencia del entorno también se refleja en el clima. Ya en 1986 se documentó que temperaturas elevadas y mayor humedad incrementaban la hostilidad interpersonal, medida por la frecuencia del uso del claxon en días calurosos. Este ejemplo muestra cómo las condiciones ambientales pueden alterar el estado de ánimo y la interacción social.
La cultura ligada al territorio desempeña igualmente un papel fundamental. Investigaciones en Japón han demostrado que las actividades en bosques están vinculadas a un mayor bienestar, mientras que en Alemania se han cartografiado diferencias regionales relacionadas con la sensación de soledad. Estos resultados refuerzan la idea de que las características culturales y naturales de un lugar inciden en la salud psicológica.
Los especialistas consideran prioritario crear un marco teórico que permita integrar la gran cantidad de estudios que relacionan la geografía con la psicología. Para Götz, avanzar en esta dirección “no es importante, sino imperativo”. Este enfoque permitirá comprender mejor cómo el lugar de nacimiento y el entorno vital contribuyen a la construcción de la identidad personal y colectiva.
Dime dónde naciste y te diré cómo eres. Así lo sugieren nuevas investigaciones que exploran cómo la geografía impacta en la personalidad, el comportamiento social y la salud mental. Los resultados indican que factores como el clima, la densidad urbana o la cultura local son tan influyentes como la educación o la genética.
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