El consumo de cannabis crece de manera sostenida en todo el mundo, alcanzando una estimación de 219 millones de usuarios en 2021, lo que representa al 4,3 % de la población adulta global. Sin embargo, sus efectos metabólicos a largo plazo todavía no están del todo claros.
Aunque algunas investigaciones han planteado un posible papel en la reducción de la inflamación o en el control del peso corporal, otras han advertido sobre impactos adversos en el metabolismo de la glucosa y la resistencia a la insulina. La magnitud del riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 seguía sin definirse hasta la publicación de un reciente análisis a gran escala realizado en Europa y Estados Unidos.
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Cannabis asociado a resistencia a la insulina y hábitos alimenticios poco saludables. Foto:
Un análisis de casi 100.000 pacientes con historial de consumo
El estudio, dirigido por el Boston Medical Center, revisó los registros médicos electrónicos de 54 instituciones de salud integradas en la TriNetX Research Network. La cohorte incluyó a 96.795 pacientes ambulatorios de entre 18 y 50 años (52,5% mujeres), diagnosticados entre 2010 y 2018 con condiciones vinculadas al cannabis, que abarcaban desde el uso ocasional hasta la dependencia, con episodios de intoxicación o abstinencia. Estos datos se compararon con los de 4.160.998 individuos sin antecedentes de consumo de sustancias ni enfermedades crónicas graves, emparejados en función de la edad, el sexo y la presencia de patologías iniciales. El seguimiento se mantuvo durante cinco años.
Tras ajustar variables como el colesterol HDL y LDL, la hipertensión no controlada, la enfermedad cardiovascular aterosclerótica, además del uso de alcohol y cocaína, los investigadores encontraron diferencias relevantes.
Entre los usuarios de cannabis se registraron 1.937 nuevos casos de diabetes tipo 2 (2,2%), frente a 518 casos (0,6%) en el grupo de referencia. El análisis estadístico confirmó que quienes consumían cannabis tenían casi cuatro veces más probabilidades de desarrollar esta enfermedad en comparación con quienes no lo usaban.
Diabetes tipo 2 afecta a millones y es una de las principales enfermedades crónicas globales. Foto:iStock
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Implicaciones para la salud pública y la práctica médica
Los autores destacan que los hallazgos, aunque significativos, requieren interpretarse con cautela. El vínculo observado podría explicarse en parte por resistencia a la insulina y patrones alimenticios poco saludables asociados al consumo. Aun así, las conclusiones ya ofrecen señales para la práctica clínica. “A medida que el cannabis se vuelve más accesible, socialmente aceptado y legalizado en diversas jurisdicciones, es esencial comprender sus posibles riesgos para la salud”, señala el doctor Ibrahim Kamel, investigador principal.
Según añade, “estos nuevos hallazgos, basados en evidencia real y confiable, resaltan la importancia de integrar la concienciación sobre el riesgo de diabetes en el tratamiento y la asesoría para trastornos por consumo de sustancias, así como la necesidad de que los profesionales de la salud hablen regularmente con los pacientes sobre el consumo de cannabis para que comprendan su riesgo general de diabetes y la posible necesidad de monitoreo metabólico”.
Los especialistas subrayan que aún se requiere más investigación para comprender con precisión los efectos endocrinos del cannabis a largo plazo. También consideran importante determinar si los riesgos son exclusivos de los productos inhalados o si se extienden a otras presentaciones, como los comestibles. El estudio, al ser de tipo retrospectivo, no puede establecer una relación causal directa entre el consumo de cannabis y la aparición de diabetes, por lo que no se descarta la influencia de factores no medidos, pese a los esfuerzos por reducir el sesgo mediante técnicas de emparejamiento.
Autores piden más estudios para entender efectos endocrinos del cannabis. Foto:El Tiempo / cortesía
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Limitaciones y necesidad de nuevos estudios
Los investigadores reconocen limitaciones importantes en el diseño. Entre ellas, la falta de datos detallados sobre la cantidad y frecuencia del consumo, además de posibles errores en la clasificación de los pacientes.
La dependencia de la exactitud en los historiales médicos electrónicos también representa un riesgo, ya que la información puede variar según la calidad de los registros.
Otro punto crítico es que los participantes pudieron haber omitido datos sobre el uso de cannabis, especialmente en lugares donde la droga se mantenía como ilegal, lo que podría haber afectado la precisión de las estimaciones.
Europa Press
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en la información publicada por Europa Press, y contó con la revisión de la periodista y un editor.
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