Los participantes colocan piezas de colores con impulsos cerebrales manejando un brazo robótico asistido por IA.
Johannes Lee, Jonathan Kao, Neural Engineering and Computation Lab/UCLA
Ciencia
La asistencia mediante inteligencia artificial ha permitido mejorar el control de un cursor en una pantalla y recoger bloques por colores.
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Publicada
1 septiembre 2025
17:00h
Un interfaz cerebro-ordenador asistido por inteligencia artificial (IA) ha logrado que un paciente paralizado maneje un brazo robótico mediante impulsos cerebrales con una eficacia cuatro veces mayor que sin asistencia. Según el estudio publicado en Nature Machine Intelligence, este sistema ayuda a interpretar las intenciones del usuario y a facilitar la realización de tareas cotidianas, como recoger objetos.
El equipo de Johannes Lee, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), diseñó un sistema no invasivo, que registra la actividad cerebral mediante electrodos y los convierte en órdenes de movimiento para la prótesis, utilizando aprendizaje automático para mejorar el control. La interfaz cuenta con dos asistentes de IA: uno que ayuda al paciente a guiar el cursor por una pantalla de ordenador y otro que asiste las manipulaciones con el brazo robótico.
“Los pacientes con parálisis severa causada por patologías como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o lesiones medulares suelen presentar problemas importantes de comunicación y movilidad. Sin embargo, y a pesar de sus limitaciones físicas, la actividad cerebral de la mayoría de estos pacientes se suele conservar intacta”, apunta Eduardo Fernández, director del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández de Elche, en declaraciones a Science Media Centre.
Así, estos interfaces cerebro-ordenador (BCI) pueden mejorar su calidad de vida al registrar su actividad eléctrica cerebral y “transformar estas señales en comandos u órdenes que se pueden utilizar para controlar, en tiempo real, dispositivos externos como brazos robóticos, cursores de ordenador o sillas de ruedas”, prosigue Fernández, también director del grupo de Neuroingeniería Biomédica del Centro de Investigación Biomédica en Red de Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (CIBER-BBN).
Al probar la interfaz asistida por IA, un participante con parálisis de las extremidades inferiores a causa de una lesión de médula espinal obtuvo un rendimiento 3,9 veces superior al controlar el cursor de ordenador. Los participantes sin parálisis duplicaron su rendimiento después de activar la IA. Asimismo, el participante con parálisis pudo controlar un brazo robótico para mover bloques de colores hacia objetivos específicos, algo que antes no le era posible sin la inteligencia artificial.
“Los BCI se han estado basando solo en el registro de la actividad cerebral para controlar los dispositivos externos. Sin embargo, muchas actividades están orientadas a objetivos concretos: la búsqueda de un vaso con agua o un icono concreto en la pantalla del ordenador”, prosigue Fernández. Una vez que se conoce el objetivo, las acciones humanas siguientes suelen ser bastante estereotipadas y pueden ser asistidas con técnicas de inteligencia artificial”.
Este modelo de control compartido podría hacer que los interfaces cerebro-computadora sean más prácticos y efectivos para el uso cotidiano, reduciendo la carga cognitiva para el paciente y mejorando la experiencia de uso. Lee y sus colegas señalan que, aunque los resultados son prometedores, aún se necesita más trabajo para adaptar el sistema a diferentes usuarios y entornos.
“El futuro es esperanzador”, corrobora Fernández. “Esta tecnología ofrece un marco más intuitivo y funcional para el desarrollo de nuevas interfaces cerebro-ordenador. Sin embargo, es preciso destacar que se ha realizado en un solo paciente, por lo que no hay un grupo control ni se trata de un ensayo aleatorizado. Además, las tareas que se han utilizado en el estudio no estaban diseñadas para simular actividades de la vida diaria”, concluye.
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