Actualizado 31/08/2025
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11:50CEST
Después de una semana intensa de trabajo, en la que el cuerpo acumula tensión y fatiga, muchas personas sienten la necesidad de activarse físicamente para recuperar energía. El sedentarismo es característico de pasar largas horas frente al ordenador o de pie en el trabajo y no solo afecta a la musculatura, sino que también afecta al bienestar mental. Por eso, la actividad física es una herramienta fundamental para contrarrestar los efectos del cansancio acumulado, mejorar la circulación y liberar endorfinas que elevan el estado de ánimo. La clave no está en realizar entrenamientos extremos, sino en realizar una rutina que contenga una combinación equilibrada de ejercicios aeróbicos, de fuerza y estiramientos que permitan al cuerpo activarse sin generar un sobreesfuerzo. Con tan solo 15 minutos al día es posible notar resultados y sentir una recuperación óptima.
Qué tipo de actividad física realizar
Una de las claves para compensar la fatiga laboral es la práctica de ejercicio aeróbico de baja o moderada intensidad. Actividades como caminar, correr de forma suave o el ciclismo tranquilo favorecen el flujo de oxígeno a los músculos y al cerebro, lo que contribuye a mejorar el rendimiento físico y mental. Estos ejercicios, además, ayudan a reducir el estrés y a mantener un peso saludable, sin necesidad de entrenamientos largos o de alta intensidad.
Junto al ejercicio aeróbico, el entrenamiento de fuerza es esencial para despertar la musculatura entumecida por las posturas estáticas de la semana. Movimientos básicos como sentadillas, zancadas, flexiones o planchas no solo fortalecen los músculos sino que, también, protegen las articulaciones y mejoran la postura corporal. Complementar estas rutinas con estiramientos suaves permite aliviar la tensión acumulada, aumentar la flexibilidad y prevenir lesiones, logrando una sensación inmediata de relajación muscular.
Otros consejos para incorporar
Además de dedicar unos minutos al ejercicio diario, introducir pausas activas durante la jornada laboral puede cambiar la forma en la que el cuerpo gestiona la fatiga. Pequeños gestos como levantarse a caminar para buscar agua, subir escaleras en lugar de usar el ascensor o realizar estiramientos de hombros y piernas frente al escritorio ayudan a mantener la circulación activa y a evitar la rigidez. No es cuestión de hacer mucho esfuerzo, sino de incorporar pequeños hábitos que, repetidos de forma regular, ayudan notablemente a nuestro organismo.
Es importante, además, no exigirse demasiado. Comenzar con sesiones cortas de quince minutos facilita la adherencia a la rutina y permite que el cuerpo se adapte progresivamente. Escuchar las señales del cuerpo y ajustar la intensidad según el nivel de cada persona es clave para que la actividad física sea sostenible. A largo plazo, la constancia y el hábito de moverse de manera regular marcarán la diferencia, consiguiendo una mejor recuperación de una semana intensa de trabajo.
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