A mediados de la década de 1940, el químico estadounidense Willard Libby buscaba confirmar la existencia natural del carbono-14, un isótopo radiactivo producido por la interacción de los rayos cósmicos con el nitrógeno en la atmósfera.
Este carbono se incorpora al dióxido de carbono y entra en el ciclo vital de plantas, animales y seres humanos. Mientras un organismo vive, renueva constantemente su carbono-14, pero al morir ese proceso se interrumpe y el isótopo comienza a desintegrarse de manera predecible.
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Según informó ‘BBC News’, para probar su hipótesis, Libby analizó aguas residuales en Baltimore y detectó allí trazas del isótopo. A partir de ese hallazgo, logró demostrar que el carbono-14 podía utilizarse como un reloj natural para calcular la antigüedad de restos orgánicos.
Sus primeras aplicaciones incluyeron los Rollos del Mar Muerto y fragmentos de embarcaciones egipcias de casi 4.000 años. En 1960, recibió el Premio Nobel de Química por este descubrimiento.
La técnica evolucionó gracias al uso de espectrómetros de masas con acelerador. Foto:X: @NobelPrize
Límites y avances tecnológicos
El método permite fechar materiales de hasta 50.000 años, aunque más allá de ese límite las cantidades de carbono-14 remanentes son demasiado bajas.
Con el tiempo, la técnica evolucionó gracias al uso de espectrómetros de masas con acelerador, que permiten analizar cantidades mínimas de material y con mayor precisión que en la época de Libby.
Los usos son diversos. En arqueología, se emplea para ordenar cronológicamente culturas y objetos, como ocurrió con un esqueleto hallado en Gales en 1823.
Aunque durante más de un siglo se pensó que tenía solo 2.000 años, la datación por radiocarbono reveló que en realidad databa de entre 33.000 y 34.000 años, convirtiéndolo en los restos humanos más antiguos conocidos en el Reino Unido, de acuerdo con el medio citado.
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Uso forense en desapariciones
En el ámbito forense, la técnica ha resuelto casos complejos. La desaparición de Laura Ann O’Malley, en 1975 en Nueva York, se esclareció décadas después gracias a la datación de restos hallados en California.
El análisis mostró que pertenecían a alguien nacido entre 1964 y 1967, con muerte ocurrida entre 1977 y 1984, fechas que coincidían con la desaparición de la joven. La identificación fue confirmada mediante pruebas de ADN.
Otro hito es el llamado *“bomb pulse”*. Las pruebas nucleares de mediados del siglo XX liberaron grandes cantidades de carbono-14 en la atmósfera, lo que creó un marcador artificial en la historia ambiental. Esta señal ha permitido fechar con exactitud restos y objetos de esa época, con márgenes de error de apenas un año.
La datación por radiocarbono también ha servido en la lucha contra el tráfico de marfil. Análisis de colmillos incautados han demostrado si los elefantes fueron cazados antes o después de la prohibición internacional de 1989.
It was Willard Frank Libby who figured out that carbon-14 ends up in organic matter and that tracking the radioisotope’s rate of decay could determine the matter’s age. He developed this into a technique called radiocarbon dating, earning him the 1960 @NobelPrize in Chemistry. pic.twitter.com/cVJ5s6AMqA
— IAEA – International Atomic Energy Agency ⚛️ (@iaeaorg) December 17, 2024
Exposición de falsificaciones artísticas
El arte tampoco ha escapado a esta herramienta. Pinturas atribuidas a épocas pasadas han sido desenmascaradas como falsificaciones modernas gracias a la medición de su radiocarbono.
En un caso, un cuadro que supuestamente databa de 1866 resultó haber sido producido en la década de 1980 y envejecido artificialmente.
En la investigación climática, el radiocarbono se ha utilizado para estudiar glaciares, ecosistemas antiguos y variaciones en el clima de la Tierra a lo largo de milenios.
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La ‘BBC News’ señalo que el método enfrenta un reto actual: las emisiones de combustibles fósiles. Como provienen de organismos que murieron hace millones de años, ya no contienen carbono-14.
Su liberación masiva en la atmósfera está diluyendo las concentraciones de este isótopo, lo que puede dificultar la precisión de la datación.
Algunos investigadores advirtieron que, en escenarios de emisiones extremas, un objeto contemporáneo podría confundirse con restos de hace miles de años.
*Este contenido fue escrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de conocimiento público divulgado a medios de comunicación. Además, contó con la revisión de la periodista y una editora.
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