la historia de las tres mujeres pioneras que revolucionaron la ciencia y miraron a los primates de tú a tú

El fallecimiento de Jane Goodall este 1 de octubre a los 90 años, reconocida mundialmente por su trabajo con los chimpancés en Tanzania, trae a la memoria una generación de científicas que transformaron la forma de mirar a los primates y, en consecuencia, a nosotros mismos. A pesar de cerrar un capítulo fundamental en la historia de la ciencia, al mismo tiempo reabre la memoria de un trío de mujeres que marcaron un antes y un después en el estudio de los grandes simios.

La figura de Goodall no puede entenderse sin recordar la conexión que compartió con otras dos investigadoras: Dian Fossey y Biruté Galdikas. Las tres, unidas por la visión del paleontólogo Louis Leakey (1903-1972), demostraron que la paciencia, la observación y la pasión podían abrir caminos nuevos en una disciplina hasta entonces dominada por hombres. Aquellos proyectos impulsados entre las décadas de 1950 y 1970 se convirtieron en hitos científicos que hoy siguen siendo referencia internacional.

Estas mujeres, que vivieron durante años en entornos inhóspitos, lograron lo que parecía imposible: acercarse a chimpancés, gorilas y orangutanes como nadie antes lo había hecho. Su trabajo mostró a la comunidad científica que los primates no eran meros reflejos instintivos, sino seres con comportamientos complejos, sociales y emocionales. Ahora, con la muerte de Goodall, se revaloriza también el legado colectivo de este trío irrepetible.

‘Los Ángeles de Leakey’

El término ‘Ángeles de Leakey’ hace referencia a Fossey, Goodall y Galdikas, las tres jóvenes enviadas por Leakey a diferentes rincones del planeta con el objetivo de estudiar a los grandes simios en su hábitat natural. El paleontólogo, convencido de que las mujeres serían observadoras más meticulosas, apostó por ellas cuando apenas tenían experiencia académica. Con el apoyo de la National Geographic Society, estas científicas iniciaron investigaciones que cambiarían la primatología para siempre.

Dian Fossey, nacida en San Francisco en 1932, se adentró en las montañas de Ruanda para estudiar a los gorilas. Su vida quedó marcada por la lucha contra los cazadores furtivos que amenazaban a estos animales. Fue asesinada en 1985, probablemente como consecuencia de su enfrentamiento con la caza ilegal. Su obra Gorilas en la niebla no solo difundió su trabajo científico, sino que también visibilizó la necesidad de proteger a una especie al borde de la desaparición.

placeholder Dian Fossey. (Foto: National Geographic)

Dian Fossey. (Foto: National Geographic)

La fallecida Jane Goodall, londinense de 1934, comenzó su trabajo en la Reserva de Gombe, en Tanzania. Allí desafió los cánones de la investigación al poner nombres en lugar de números a los chimpancés y demostrar que fabricaban y usaban herramientas, un hallazgo que derribó la creencia de que solo los humanos eran capaces de hacerlo. Su método, basado en la cercanía y la empatía, se convirtió en una revolución científica.

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Jane Goodall. (Foto: Instituto Jane Goodall)

Por su parte, Biruté Galdikas, nacida en Wiesbaden (Alemania) 1946, es la menos conocida de las tres y ha dedicado su vida al estudio y conservación de los orangutanes en Borneo. Su investigación, iniciada en 1971, continúa siendo un referente para la defensa de los bosques tropicales y de una de las especies más amenazadas del planeta. Su labor no se limitó a la ciencia: se convirtió también en una voz activa en campañas internacionales por la protección del hábitat de los orangutanes.

placeholder Biruté Galdikas. (Foto: CBC)

Biruté Galdikas. (Foto: CBC)

Su historia común, marcada por la valentía y la observación paciente, convirtió a estas tres mujeres en auténticos iconos de la ciencia. ‘Los Ángeles de Leakey’ no solo transformaron la primatología, sino que también abrieron camino a generaciones de mujeres en la investigación científica.

El legado científico y humano

El trabajo de Fossey, Goodall y Galdikas transformó la primatología en una disciplina de prestigio. Introdujeron un cambio de paradigma: dejaron de estudiar únicamente a los machos dominantes para observar también a las hembras, a los individuos subordinados y a las crías, lo que permitió una visión más completa y real de la vida social de los primates.

Su influencia fue decisiva para la ciencia, pero también para la conservación. Los proyectos que impulsaron contribuyeron a crear reservas naturales, instituciones de investigación y fundaciones que siguen activas en la protección de los grandes simios. El Instituto Jane Goodall, el Dian Fossey Gorilla Fund o los centros creados por Galdikas en Indonesia son herencia viva de su compromiso.

Con su trabajo, estas tres mujeres demostraron que comprender a los primates es comprendernos mejor a nosotros mismos.

El mayor aporte de estas tres científicas radica en haber demostrado que comprender a los primates es comprendernos mejor a nosotros mismos. Hoy sabemos que compartimos con ellos estructuras sociales complejas, emociones y conductas culturales, algo que antes era impensable. Con su trabajo, Fossey, Goodall y Galdikas lograron que la ciencia se asomara a un espejo donde el ser humano se refleja a través de sus parientes más cercanos.

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