Qué es un ‘solopreneur’ y cómo convertirse en uno gracias a la IA

¿Te imaginas una empresa con una facturación millonaria montada desde una mesa de casa? La imagen ya no suena a ciencia ficción o relato de promesa del trabajo del futuro. Al menos para una mente como la del CEO de OpenAI, Sam Altman.

Hablamos de los denominados soloemprendedores o solopreneurs. No son un autónomo al uso ni freelance, ni influencer de ocasión. Es un emprendedor que opera solo con apalancamiento tecnológico, construyendo un negocio rentable gracias a acelerar procesos a partir de software e IA. Pero… ¿Por qué tantas voces creen que este perfil se convertirá en el más interesante de los próximos años?

Quiénes son los solopreneurs y por qué están tan en boga

El solopreneur es un profesionales que han emprende en solitario y que aspira a montar un negocio donde solo opere él, con el fin de mantener la máxima libertad también de relaciones laborales o responsabilidad de empleados en nómina. Y esto, la IA lo ha hecho mucho más factible.

Su visión idílica no se basa en jornadas infinitas, sino de una visión simple: todo lo que repite un humano en un negocio digital puede convertirse en un flujo automatizado que un agente ejecuta con calidad suficiente. Estos fundadores pasan de “hacer” a “diseñar sistemas”, de microgestionar tareas a componer procesos y decidir prioridades.

Este cambio de rol recuerda a algunos como Sam Altman a los giros de las revoluciones industriales. La primera coronó a los dueños de fábricas; la segunda y la tercera crearon una élite de gestores corporativos. La actual, impulsada por IA, crea una nueva clase de creadores-operadores. No mandan sobre cientos de personas; orquestan decenas de procesos.

La tesis de Sam Altman: veremos una empresa de 1.000 millones con una sola persona

La tesis que populariza Sam Altman marca un hito: durante una entrevista vaticinó que entre 2026 y 2028 podremos ver el primer unicornio creado por una única persona con apoyo de IA. Antes llegarán compañías de 10 personas con esa valoración. Este salto no es magia, es apalacamiento tecnológico, según él.

Tres palancas, para ser exactos: código, audiencia y capital. Con código, el fundador convierte servicios en software y reduce costes variables. Con audiencia, corta camino en distribución. Con capital, acelera cuando el producto encaja.

La tesis tiene sus riesgos, claro. El más obvio: sobreautomatizar y romper la calidad percibida. Otros: sesgos en los modelos, errores de control, degradación del criterio.

Los datos que confirman su auge

Los números respaldan el cambio. En EE. UU. había 29,8 millones de empresas sin empleados que movían 1,7 billones de dólares y un 6,8% del PIB. Estimaciones más recientes elevan la cifra a 41 millones. MBO Partners amplía el foco y habla de 72,9 millones de independientes si sumamos freelances y contratistas. La SBA reporta 440.000 altas mensuales de solopreneurs en 2024 y que el 81,9% de las pequeñas empresas opera sin personal.

Sus ingresos y trayectoria pintan un mapa aún más interesante. 5,6 millones de estos solopreneurs ya superan los 100.000 dólares anuales.

La tecnología empuja. IA para escribir planes, investigar mercados, diseñar piezas, montar webs y automatizar ventas… Plataformas como Instagram, YouTube, TikTok, Substack o Shopify ofrecen distribución global a coste marginal. Bancos y proveedores ven planes mejor armados gracias a asistentes que ordenan ideas y finanzas.

Modelos de negocio con IA al alcance de una persona

No todo negocio cabe en una mochila, pero muchos sí. Hay patrones que funcionan con IA y una sola persona al mando. Estos son algunos de los ejemplos más de moda:

  • Venta de productos digitales: eBooks, cursos, plantillas de Canva o Notion, dashboards en Google Sheets, packs de ilustraciones o fotos con distribución en tiendas digitales como Gumroad, Payhip, Etsy o la propia web.
  • Medios personales: canales de YouTube o TikTok con guiones y edición asistida por IA, newsletters de nicho con curación y análisis, pódcast con edición automatizada.
  • SaaS de nicho: herramientas simples con uso frecuente, bien amarradas a un problema acotado y un canal claro.
  • Servicios paquetizados: precios por proyecto, diseños con tarifa plana, consultoría con entregables cerrados, todo con soporte de agentes para investigación, borradores y reporting.

Por supuesto, no todos los sectores son aptos para una sola persona. Los más regulados y físicos suelen exigir equipo, licencias y presencia. Ventas B2B complejas con contratos largos y muchos decisores también elevan el listón. En cambio, productos digitales, apps de consumo, creatividades, formación online y micro-SaaS sí encajan. La frontera la marcan el ciclo de venta y la capacidad de servir con calidad a muchos clientes con variación baja.

Todo esto va de la mano de oficios nuevos: ingenieros de prompts, creativos potenciados por IA, estrategas de automatización para pymes, diseñadores de productos digitales que combinan estética con utilidad, productores de canales sin rostro. A la vez, tareas que se pagaban por repetición pierden valor: entradas de blog de relleno, diseños planos de banner, edición básica de vídeo, picado de datos.

¿Veremos una empresa unicornio de una sola persona como dice Altman?

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