Un fragmento recogido por la misión Apolo 17 en 1972 está obligando a revisar lo que la ciencia creía sobre el origen de la Luna. Nuevas simulaciones indican que la roca conocida como 76535 no procede del impacto del Polo Sur-Aitken, sino que habría surgido del Mare Serenitatis, lo que modifica la cronología lunar y afecta a la datación de los primeros episodios del sistema solar.
Durante décadas, los expertos consideraron que la roca había sido expulsada en el gran choque que excavó la cuenca del Polo Sur-Aitken. Sin embargo, los últimos estudios elaborados en el Lawrence Livermore National Laboratory plantean un escenario alternativo. Según esos modelos, el material no viajó a través de medio satélite, sino que fue impulsado hacia la superficie por el colapso del suelo del cráter en el Mare Serenitatis.
A moon rock brought back over 50 years ago by the Apollo 17 mission has been connected with the birth of the Sea of Serenity — if true, it means the lunar mare formed hundreds of millions of years earlier than thought. https://t.co/zWWQTwPchA
— SPACE.com (@SPACEdotcom) September 26, 2025
La clave está en que la roca no presenta signos de haber sufrido un impacto extremo, algo difícil de justificar si hubiera recorrido miles de kilómetros desde el hemisferio sur hasta el norte lunar. Las simulaciones muestran cómo, en la fase final de la formación de un cráter, el calor extremo ablanda la corteza y permite que enormes volúmenes de roca asciendan lentamente sin quedar dañados.
Un reajuste en la cronología lunar
El equipo, liderado por el investigador Evan Bjonnes, afirma que este fenómeno explica el estado casi intacto del fragmento analizado. “Buscamos una explicación más simple y los modelos siempre mostraban lo mismo: los grandes impactos pueden levantar rocas profundas sin sobreexponerlas al choque”, señaló el científico. De confirmarse, el Mare Serenitatis se habría originado hace 4.250 millones de años, unos 300 millones antes de lo estimado.
La roca 76535 (NASA)
Este adelanto en la línea temporal implicaría que otras cuencas lunares también sean más antiguas. Como consecuencia, los calendarios de grandes impactos que los astrónomos utilizan para reconstruir la historia de la Tierra, Marte y Venus deberían ajustarse a nuevas fechas.
El hallazgo tiene un alcance que va más allá de la Luna. Como recordó Bjonnes, “este fragmento puede ser pequeño, pero transporta una gran historia sobre la temprana evolución lunar”. Replantear la edad de los mares lunares obligará a reinterpretar la frecuencia de impactos en los inicios del sistema solar.
La llegada de nuevas misiones espaciales permitirá poner a prueba estas hipótesis. Con el regreso de astronautas al satélite en los próximos años, los científicos esperan recuperar más rocas con características similares que ayuden a confirmar este cambio de paradigma sobre la formación y la evolución de la Luna.
Un fragmento recogido por la misión Apolo 17 en 1972 está obligando a revisar lo que la ciencia creía sobre el origen de la Luna. Nuevas simulaciones indican que la roca conocida como 76535 no procede del impacto del Polo Sur-Aitken, sino que habría surgido del Mare Serenitatis, lo que modifica la cronología lunar y afecta a la datación de los primeros episodios del sistema solar.
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