Un silencio cósmico se quebró con una revelación inesperada. El agujero negro supermasivo M87*, el mismo que en 2019 protagonizó la primera fotografía de uno de estos objetos, volvió a desafiar a la ciencia.
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En apenas cuatro años, el coloso giró su campo magnético como si hubiera invertido sus propias reglas. El hallazgo deja perplejos a los astrónomos. Ningún modelo teórico había anticipado un cambio de tal magnitud y en tan poco tiempo.
El comportamiento de este gigante, que pesa 6.500 millones de veces más que el Sol y se esconde en el corazón de la galaxia M87 a 55 millones de años luz, parecer ir más allá de lo previsto por la física actual.
Los chorros de partículas de M87 influyen en la evolución de su galaxia. Foto:iStock
Un giro que contradice la teoría
La clave está en la luz polarizada, esa que guarda la huella de los campos magnéticos. Al comparar los datos recopilados por el ‘Event Horizon Telescope’ (EHT) entre 2017 y 2021, los científicos descubrieron un patrón inquietante: lo que antes fluía en una dirección terminó por girar hacia el lado opuesto.
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“Esto pone en tela de juicio nuestros modelos y demuestra que aún hay mucho que desconocemos sobre el horizonte de sucesos”, reconoció Jongho Park, de la Universidad Kyunghee de Corea del Sur.
El tamaño del anillo observado se mantuvo constante, tal como predice la relatividad de Einstein, pero la polarización cambió radicalmente. Una paradoja que revela lo turbulento y dinámico del plasma que rodea al agujero.
La polarización de la luz reveló cambios nunca antes vistos en un agujero negro. Foto:Ilustración de la NASA, ESA, CSA, Ralf Crawford (STScI).
El chorro que marca a la galaxia
No solo se detectó el cambio magnético. Por primera vez, el EHT logró captar señales de la base del chorro de partículas que brota de M87*. Ese haz, capaz de recorrer miles de años luz, viaja casi a la velocidad de la luz y se cree que influye en la evolución de las galaxias.
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“Los chorros como el de M87 regulan la formación de estrellas y distribuyen energía a grandes distancias, afectando al ciclo de vida de la materia a escala cósmica”, explicó Eduardo Ros, del Instituto Max Planck de Radioastronomía. El hallazgo permite relacionar directamente los campos magnéticos del agujero con la formación de estructuras que dan forma al universo.
El telescopio que mira el abismo
El avance fue posible gracias a la expansión del Event Horizon Telescope, que en 2021 sumó observatorios como el Kitt Peak en Arizona y NOEMA en Francia. Estos nuevos ojos cósmicos permitieron captar señales más sutiles y elevar la resolución de las imágenes.
“El EHT está dejando de ser un experimento para convertirse en un observatorio en toda regla”, destacó Mariafelicia De Laurentis, integrante del proyecto. Con cada mejora tecnológica, las posibilidades de descifrar el comportamiento extremo de M87* se multiplican.
El agujero negro M87, a 55 millones de años luz, vuelve a desafiar la física. Foto:iStock
El futuro es ambicioso: los astrónomos quieren no solo congelar momentos, sino construir una suerte de película que muestre el vaivén del plasma y la danza magnética del agujero negro. Las preguntas abundan, las certezas son pocas, y sin embargo, el misterio parece ser el motor que empuja a mirar de nuevo hacia ese abismo.
M87* ya había sido histórico por mostrarse al mundo en una imagen. Ahora, vuelve a recordarle a la humanidad que en el corazón del cosmos aún se esconden secretos que pueden cambiar la manera en que entendemos la gravedad, la materia y la propia evolución de las galaxias.
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