Redacción
Barcelona
23/09/2025 12:32
Actualizado a 23/09/2025 12:39
En 2017, ante la llegada de un eclipse, los científicos y la NASA aconsejaron mirarlo con gafas de sol, para evitar posibles daños oculares. Desde el balcón de la Casa Blanca, Trump contempló el fenómeno sin protección, y con los ojos achinados. La relación de Trump con las recomendaciones médicas es tan próxima como la que tiene con la verdad. Solo rompe el escepticismo cuando no tiene más remedio.
La última polémica proviene de la afirmación de Trump que desaconseja que las mujeres embarazadas tomen Tylenol (paracetamol) porque favorece el Trastorno de Espectro Autista. Esa afirmación, aplaudida por el secretario de Sanidad Robert F. Kennedy, no tiene base. Mady Hornig, médica e investigadora de Nueva York que ha estudiado durante 25 años los factores de riesgo del embarazo relacionados con el autismo y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, afirmó que el mensaje de la Casa Blanca “es una desinformación asombrosa”.
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Durante la pandemia de la covid-19, Trump se distinguió por sus asertos acientíficos. La polémica más recordada es cuando sugirió inyectar desinfectantes en el cuerpo humano para “limpiar” el virus en el organismo. Esta idea fue desmentida inmediatamente por médicos y fabricantes de productos de limpieza.
También sugirió que el coronavirus podría combatirse usando una “luz muy potente” o rayos ultravioleta dentro del cuerpo para eliminar el virus, una técnica que, simpleente, es irrealizable. Al mismo tiempo, comparó los efectos de la covid-19 con los de la gripe estacional.
Trump no recurrió a los tratamientos y medidas que él mismo recomendaba para otros cuando contrajo la covid-19
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También se mostró favorable al tratamiento con hidroxicloroquina, que también había recomendado contra la malaria, como tratamiento preventivo y curativo. Aunque la FDA, la NIH y CDC mencionaron el tratamiento como una posibilidad contra la covid-19, lo descartaron en poco tiempo por sus riesgos y la falta de evidencia sobre su utilidad.
Y su constante fue el combate contra las mascarillas y pruebas de covid. En distintas fases minimizó la necesidad de mascarillas, cuestionó el número de tests y llegó a insinuar que hacer menos pruebas reduciría los casos.
Trump se vio obligado a utilizar mascarilla cuando se contagió de covid-19, en octubre de 2020. No optó por ninguno de los tratamientos que recomendó públicamente, sino por un coctel farmacológico (Regeneron, Remdesivir, Dexametasona y suplementos y otros fármacos como vitamina D, zinc, melatonina, aspirina y famotidina) que estaba en estudio por la FDA y al que el público en general solo tenía acceso en casos de máxima gravedad.
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