El 11 de septiembre de 2025, el primer ministro de Albania, Edi Rama, dio un paso sin precedentes al designar a Diella, una inteligencia artificial, como ministra virtual responsable de las contrataciones públicas. Diella (que significa “sol” en albanés) no es una persona física, sino un sistema creado por la Agencia Nacional de la Sociedad de la Información (AKSHI).
Antes de este nombramiento, Diella ya tenía experiencia en la administración pública. Desde enero de 2025 funcionaba como asistente digital en la plataforma estatal e-Albania, donde ayudaba a los ciudadanos a obtener documentos digitales, gestionar trámites administrativos y resolver consultas de carácter estatal. Según cifras oficiales, hasta el momento de su ascenso había facilitado la emisión de 36.600 documentos digitales y gestionado casi 1.000 servicios.
Ahora, como ministra de Contrataciones Públicas, su tarea será supervisar los procesos de licitación estatal. Su misión oficial es garantizar que las adjudicaciones de contratos públicos sean “100% libres de corrupción” y que el uso de fondos públicos se realice con total transparencia. El gobierno ha anunciado que la transferencia de decisiones hacia este sistema automatizado será gradual, aunque aún no se ha aclarado en qué medida seguirá existiendo supervisión humana.
Este movimiento responde a un contexto particular: Albania ha sido señalada en repetidos informes internacionales como uno de los países de los Balcanes con mayores desafíos en materia de transparencia administrativa, corrupción en las contrataciones públicas y lavado de dinero. En este sentido, la incorporación de Diella forma parte de los compromisos del país en su proceso de adhesión a la Unión Europea, que exige estándares más estrictos de buen gobierno y rendición de cuentas.
Sin embargo, la decisión no está exenta de controversias. La oposición y varios expertos han cuestionado la constitucionalidad de que una IA ejerza un rol ministerial, dado que no existe precedente legal que permita atribuir responsabilidad política a un agente no humano. Otros alertan sobre riesgos como la dependencia tecnológica, los posibles sesgos en los algoritmos o las vulnerabilidades frente a nuevas formas de corrupción digital. También surgen interrogantes sobre cómo auditar sus decisiones, cómo apelar en caso de errores o favoritismos, y qué mecanismos de rendición de cuentas serán implementados.
Avances recientes en la IA que hacen posible a Diella
Aunque no existen antecedentes de una IA con rango ministerial en Occidente, el caso de Albania se apoya en investigaciones y desarrollos recientes. Distintos estudios han analizado el potencial de las IA para crear “personas virtuales” o “agentes” orientados a tareas específicas, desde la atención burocrática hasta la mejora de la transparencia en la administración pública. Por ejemplo, el estudio Picturing the fictitious person: An exploratory study on the effect of images on user perceptions of AI-generated personas examina cómo la representación visual de agentes digitales influye en la percepción de los usuarios, aunque en contextos distintos al político-administrativo. También se encuentran investigaciones que examinan sesgos, responsabilidad y repercusiones éticas de otorgar a las IAs roles de toma de decisión automatizada.
Más allá de la teoría, la materialización de un proyecto como Diella ha sido posible gracias a los avances en modelos de inteligencia artificial más potentes, el procesamiento de lenguaje natural, el aprendizaje profundo y el desarrollo de marcos legales y éticos. Herramientas como la explicabilidad algorítmica (XAI), los sistemas de auditoría y verificación, y el futuro Reglamento de IA de la Unión Europea han abierto camino para iniciativas que hasta hace pocos años parecían ciencia ficción. Aunque Diella no es un agente consciente, su despliegue depende directamente de estos progresos técnicos y de la existencia de normas emergentes que intentan controlar los riesgos asociados.
Así, el nombramiento de Diella marca un hito político y tecnológico: plantea preguntas profundas sobre la naturaleza del poder, la responsabilidad del Estado y los límites de la automatización en la gobernanza. Si logra cumplir con el objetivo de erradicar la corrupción en las contrataciones públicas, podría convertirse en un modelo para otros países.
No obstante, su éxito y legitimidad dependerán de factores clave como la transparencia en su diseño interno, la participación ciudadana, la existencia de mecanismos de apelación, la vigilancia externa y un marco legal sólido. El mundo observará de cerca si Diella termina siendo solo un símbolo político o el inicio de una nueva forma de administrar lo público.
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