En Águilas y colibríes: periodistas innovadores en Europa, el académico español José Alberto García Avilés propone una metáfora poderosa para pensar el oficio en tiempos de cambio. Las águilas representan a los líderes capaces de elevarse por encima de las adversidades y mantener una visión estratégica, mientras que los colibríes simbolizan la agilidad, la versatilidad y la capacidad de innovación necesarias para transformar el periodismo en plena crisis de credibilidad, modelo de negocio y adaptación tecnológica. El libro reúne entrevistas con 32 referentes de 16 países que comparten una visión de futuro marcada por la resiliencia y la creatividad.
Uno de los rasgos que más sorprendió al autor es la combinación de optimismo y humildad de estos líderes, que se definen como aprendices permanentes y no como gurús. Sin miedo a hablar de sus fracasos, entienden el error como una fuente de aprendizaje y no como un estigma. Lejos de la lógica de la competencia feroz, promueven un periodismo colaborativo, convencidos de que el fortalecimiento de cada medio depende también de la solidez del ecosistema en su conjunto.
En la entrevista con LA NACION, García Avilés destaca que la verdadera innovación no surge de presupuestos millonarios ni de herramientas tecnológicas brillantes, sino de la claridad en la misión y la relación con la comunidad. Dice que la independencia se sostiene con la confianza de los lectores, y que un propósito definido puede ser más transformador que cualquier avance técnico. En este sentido, subraya que innovar es, ante todo, una mentalidad: experimentar, escuchar, fallar, volver a intentar y mantener a la audiencia en el centro de la estrategia.
No se trata tanto de “no llegar tarde al futuro” sino de vivir intensamente el presente y conocer muy bien el pasado. Solo así los periodistas se formarán con la capacidad para adaptarse a lo que venga, sea otro TikTok, un nuevo Gémini o Midjourney o una forma ultrasónica de contar historia”
El autor advierte, sin embargo, que el gran obstáculo en muchas redacciones no es la falta de recursos, sino la cultura del miedo al fracaso y la inercia de las jerarquías. La transformación digital, plantea, debe asumirse como una oportunidad creativa que permita redescubrir el valor diferencial del periodismo: el criterio, la empatía, la verificación y, sobre todo, el rigor ético. En un mundo saturado de información y desinformación, sostiene García Avilés, la confianza es el capital más valioso que tiene el oficio y el criterio ético, su condición indispensable para seguir siendo relevante.
– Águilas y colibríes es un título tan poético como sugerente. ¿Qué representan esas dos especies en el nuevo ecosistema mediático que retrata en el libro?
– El título del libro surgió de una metáfora que cobró vida después de un viaje a Costa Rica. En ese viaje tuve la suerte de ver águilas y colibríes en plena naturaleza. Los 32 periodistas que he entrevistado son “águilas”, líderes que inspiran con su capacidad de elevarse sobre las adversidades y acometer los problemas de la profesión; no son ingenuos, conocen muy bien las dificultades y tienen la energía y el empuje para superarlas. Y también son “colibríes”, periodistas versátiles que trabajan con optimismo y capacidad de innovación, que les permite transformar el periodismo en tiempos de crisis económica, tecnológica y de credibilidad. Charlé en profundidad con 32 periodistas de 16 países, en su mayoría mujeres, y fueron muy generosos. El libro retrata este nuevo ecosistema y explora cómo diversos medios europeos están logrando esa transformación que les permite volar alto e innovar y, a la vez, ser lo suficientemente rápidos para crecer y prosperar.
El libro reúne entrevistas con 32 referentes de 16 países que comparten una visión de futuro marcada por la resiliencia y la creatividad
– ¿Y qué tienen en común los referentes que entrevistó? ¿Cuál es el rasgo que más lo sorprendió de estos líderes del periodismo europeo?
– Los periodistas con los que charlé, sin que importe su país de origen ni el tipo de medio donde trabajan, comparten dos características: optimismo a prueba de bombas y humildad profunda. No se ven a sí mismos como dueños de la verdad ni como gurús, sino como eternos aprendices. Tienen una mentalidad de experimentación constante. La mayoría, como la CEO de un diario líder en Suecia o la directora una pequeña redacción en Portugal, no le teme al fracaso, sino que lo ven como una oportunidad de aprendizaje, un dato más en la ecuación. Les pedí que me compartieran sus mayores fracasos y qué habían aprendido. Por ejemplo, uno de los fundadores del medio holandés De Correspondent cuenta por qué fracasó su lanzamiento en Estados Unidos y es muy revelador. Lo que más me sorprendió de estos líderes fue su generosidad porque están convencidos de que el futuro del periodismo es colaborativo. No temen compartir sus estrategias, sus errores o sus modelos de negocio con los demás, incluso con sus competidores. Creen que la mejor manera de fortalecer a su medio es fortaleciendo a todo el ecosistema periodístico. Por ejemplo, la responsable de IA del Grupo Schibsted explica cómo han creado una Alianza Nórdica de Periodismo e IA que aglutina a unos 300 periodistas de todos los medios, que comparten sus avances y experiencias y desarrollan una estrategia conjunta. Esta iniciativa me da mucha envidia porque en España o en Latinoamérica es impensable algo así. Me parece muy inspiradora, porque rompe con la tradición de la competencia feroz y demuestra que con la colaboración se pueden encontrar soluciones más robustas y creativas para los desafíos que enfrenta la industria en su conjunto. Es un enfoque que valora el bien común del periodismo por encima del beneficio inmediato.
Águilas y colibríes, periodistas innovadores en Europa, el libro de García Avilés
– ¿Qué aprendizajes de estos profesionales europeos cree que pueden aplicarse hoy a las redacciones de América Latina?
– La importancia de la misión y de la comunidad. Muchos de los casos de éxito que analizo en el libro no se diferencian por contar con una tecnología deslumbrante o un presupuesto millonario, sino por tener un propósito muy claro. Saben por qué existen, a quién sirven y qué problema resuelven para su comunidad. Han logrado construir relaciones de confianza tan fuertes que sus lectores y usuarios se sienten parte del proyecto. Recuerdo el caso del diario digital francés Mediapart, fundado en 2008, con un modelo de suscripción que le permite ser rentable y totalmente independiente. La directora, Carine Fouteau, me explicaba su lema: “Sólo nuestros lectores pueden comprarnos”; y cómo el no aceptar publicidad, subvenciones públicas ni ayudas de ningún gobierno les garantiza su independencia. Esto es algo que los medios en América Latina, con su riqueza cultural y su enorme iniciativa pueden replicar e incluso potenciar. La innovación no es un software ni una herramienta, es una mentalidad. Se basa en escuchar a la comunidad, entender sus necesidades y usar la creatividad para satisfacerlas. Los líderes de estos medios demuestran que la innovación es un camino de experimentos constantes, no una inversión gigantesca.
El ritmo al que avanza la tecnología y cambian los hábitos de consumo exige que el periodista sea un aprendiz permanente”
– En un entorno donde cualquiera puede comunicar, ¿qué cualidades o habilidades siguen siendo exclusivamente periodísticas?
– En un entorno donde la comunicación está democratizada, las habilidades periodísticas son más valiosas que nunca. Por ejemplo, el criterio y la jerarquía. El periodismo sigue siendo el oficio de la verificación, de la búsqueda de la verdad y de la capacidad de contextualizar. La habilidad de un periodista para investigar, contrastar las fuentes, verificar los datos y presentar la información con un contexto claro y profundo es lo que diferencia al periodista de un “creador de contenido” o de una inteligencia artificial. Hay que potenciar la humanidad, la empatía, la creatividad, la capacidad para ir más allá de los contenidos clónicos que genera la IA. En especial en un ecosistema cada vez más influido por la IA, la capacidad de discernir entre lo relevante y lo trivial, poner el foco en lo que realmente importa a la sociedad y dar voz a quienes no la tienen, son cualidades que no se pueden replicar con un algoritmo. El periodista sigue siendo el que hace las preguntas difíciles, el que busca el contrapunto y el que se rige por un código ético que no es negociable. Por eso, ante el volumen de ruido, la voz del periodismo, si es rigurosa y honesta, resuena más fuerte que nunca. Esto es algo que han entendido muy bien algunos líderes que aparecen en el libro, como David Schraven, fundador y editor de Correctiv, que desarrolla un periodismo transformador en Alemania, o el editor del diario austriaco Der Standard, Gerold Riedmann, que subraya cómo hemos de pensar en el lector durante todo el proceso periodístico.
– En el libro habla de modelos innovadores. ¿Hay una receta común en los medios que lograron diferenciarse sin perder calidad?
– Aunque no hay una única receta para el éxito, sí hay ingredientes comunes en los medios que destacan. Antes mencionaba que comparten un propósito claro y una estrategia centrada en la audiencia. Sus periodistas no se preguntan “qué podemos producir”, sino “qué problema podemos resolver para nuestra audiencia”. Ponen el foco en el “para qué” de su periodismo, y a partir de ahí construyen los productos y narrativas. Estos medios han entendido que la innovación no surge sólo de la tecnología, sino de la cultura que impregna la redacción y de potenciar un negocio sostenible. Han logrado diversificar sus ingresos a través de membresías, eventos, o incluso servicios de consultoría, creando una base financiera más sólida. Y lo más importante: han cultivado una cultura de la experimentación. No se trata de ser el más grande, sino de ser el más útil y relevante para una comunidad, y el éxito viene como resultado de esa conexión. Cada medio tiene detrás una experiencia de lograr ser sostenible. Hay algunos volcados en los suscriptores, otros han hecho alianzas, se especializan en branded content o patrocinios, apuestan por la publicidad o los eventos que se financian… Lo importante es –como se dice coloquialmente– “no poner todos los huevos en la misma cesta”. Hay que diversificar las vías de ingresos. Ni reducirlos a solo una o dos vías, ni tampoco apostar por muchas fuentes de ingresos, porque ahí probablemente acabes dispersándote. Lo mejor es que sean entre tres o cuatro vías de ingresos las que utilices, que sean tu fortaleza para conectar los recursos disponibles con el mejor periodismo posible.
– ¿Cuál es el principal freno que encuentra en los medios tradicionales a la hora de innovar, más allá de la falta de recursos?
– Más allá de la falta de recursos, el principal freno en muchos medios a la hora de innovar es la cultura. Es el peso de la historia, la rigidez de las jerarquías y, sobre todo, el miedo al fracaso. El periodismo ha sido tradicionalmente una profesión donde los errores se castigan, y este temor paraliza cualquier intento de experimentación. El mantra de “siempre se ha hecho así” es el principal enemigo del cambio. La innovación exige una cultura de la vulnerabilidad, de admitir que no lo sabemos todo y de que debemos probar, fallar y aprender. Esto choca con una cultura de la certeza, donde el periodista debía ser el experto omnisciente. Cambiar esa mentalidad es mucho más difícil que adquirir un CMS o una nueva herramienta. El desafío es crear un ambiente donde los periodistas se sientan apoyados para proponer y liderar proyectos, y donde la jerarquía sea más un facilitador que un obstáculo. Y esto no siempre es fácil. Recuerdo una conversación con Jukka Niva, director del laboratorio de innovación del medio de servicio público finlandés YLE que explica cómo la innovación surge desde donde menos te lo esperas, del responsable de la información musical, de un fotógrafo o de un diseñador porque les dan rienda suelta para experimentar y tener mucha iniciativa.
– ¿Por qué cree que a muchos periodistas les cuesta pensar en clave de producto o audiencia, incluso en 2025?
– Muchos periodistas aún se forman y piensan en clave de contenido y de fuentes, no de audiencia y producto. La tradición nos ha enseñado a ser excelentes en la investigación y en la redacción, pero no en el “viaje” de la historia hasta que llega al lector o al oyente. A menudo los profesionales se preocupan por el qué y el cómo, pero no siempre por el para qué y el para quién. Este cambio de mentalidad exige que los periodistas desarrollen habilidades que antes eran ajenas a la redacción: entender métricas, hablar con los usuarios, saber de diseño de producto y pensar en la sostenibilidad del proyecto. Es un cambio de paradigma que requiere romper con viejos hábitos y abrazar una mentalidad más holística y emprendedora. Como dice Sam Joiner, que dirige el equipo de historias visuales e investigaciones del Financial Times, la buena noticia es que muchos jóvenes periodistas están llegando con estas inquietudes, y los medios que lo entiendan y lo fomenten serán los que prosperen.
La Revista de Innovación en Periodismo es dirigida por Miguel Carvajal y editada por José Alberto García Avilés
– Se suele hablar de transformación digital como una obligación, pero en tu libro aparece también como una oportunidad creativa. ¿Cómo se despierta ese espíritu innovador en redacciones que vienen golpeadas?
– Veo la transformación digital como una oportunidad creativa sin precedentes. La tecnología nos da nuevas herramientas para contar historias de maneras que antes eran inimaginables, mediante el periodismo de datos o las narrativas inmersivas. Hay que generar confianza. Hay que dar a los periodistas el espacio, el tiempo y el permiso para usar nuevas herramientas, para probar formatos, para equivocarse. Se debe celebrar cada pequeño éxito, por mínimo que sea, y mostrar cómo la innovación no es un costo, sino una inversión en el futuro. Al final, el espíritu innovador no se compra; se cultiva a través de una cultura que valora el talento de sus profesionales. En el libro hablo de Mario Tascón, muy querido en Latinoamérica, que falleció en 2023. Mario fue un hombre del Renacimiento. Integró las facetas de periodista, escritor, consultor, contador de historias, diseñador, innovador, líder, educador, emprendedor y visionario. Dotado de una curiosidad insaciable, talento descomunal y capacidad para emprender, su huella perdura en toda una generación de periodistas que se formaron con él. Mario lo explicaba así: “Intento analizar todas las partes que integran una compañía y pensar en qué podría innovar en cada parte. Quizá haya que convertir un producto en servicio o un servicio en producto. Trabajar en un único campo o modificar los campos de sitio. La idea es transformar, cambiar el enfoque, dejar de hacer lo que haces. O ampliar lo que ya haces y penetrar en otro campo”. Esa auténtica mentalidad innovadora sigue siendo muy necesaria en las redacciones.
– ¿Qué lugar ocupa la formación continua en el perfil del periodista actual? ¿Cree que el oficio exige hoy más humildad para reaprender?
– La formación continua es un requisito indispensable del periodismo. El ritmo al que avanza la tecnología y cambian los hábitos de consumo exige que el periodista sea un aprendiz permanente. Es un oficio que demanda una enorme dosis de humildad, la de admitir que lo que sabías ayer puede que no sea suficiente para hoy. Hemos de reciclarnos todo el tiempo pues el entorno se transforma continuamente y necesitamos adaptarnos. La humildad para reaprender es la base para la supervivencia profesional. Los periodistas deben estar dispuestos a adquirir nuevas habilidades técnicas, a entender cómo sacarle partido a la IA y a desaprender viejos dogmas. Esto no significa abandonar los principios éticos, sino encontrar nuevas formas de aplicarlos. Es un oficio que ya no premia a quien lo sabe todo, sino a quien tiene la agilidad y la curiosidad para seguir aprendiendo a lo largo de su carrera.
– ¿Qué nuevos formatos o narrativas lo entusiasman más hoy como consumidor y como investigador de medios?
– Me fascinan el periodismo de audio y las narrativas inmersivas. Los podcasts han logrado crear una intimidad y una conexión con la audiencia que es difícil de replicar en otros formatos. El audio, por su naturaleza, nos permite contar historias de una manera más personal y profunda, y su consumo es perfecto para la vida moderna. Historias de investigación contadas en formato serial, entrevistas y crónicas son las que más me atrapan. Y me encanta el potencial del periodismo de datos. La capacidad de visualización de información compleja a través de infografías interactivas abre un mundo de posibilidades para explicar historias que antes eran difíciles de entender. En un mundo de complejidad creciente, las herramientas que nos ayudan a clarificar y a visualizar la información son las que tendrán mayor impacto. En el libro hay un capítulo dedicado al poder de las historias, que para mí son “la máquina del tiempo” del periodismo, pues nos permiten viajar al pasado, al presente y al futuro y seducir a la audiencia con una relación muy cercana y especial. Analizo muchos ejemplos fascinantes de periodistas que están contando la actualidad de forma innovadora.
– En términos de liderazgo, ¿qué modelos están emergiendo en Europa? ¿Se acabó la figura del “editor estrella” omnisciente?
– En Europa, el “editor estrella” omnisciente que dictaba la línea editorial desde su torre de marfil, se ha vuelto obsoleto. Surge un liderazgo más colaborativo, empático y orientado a los datos. Los líderes de hoy son gestores de talento, no sólo de noticias. Su principal función es crear el ambiente adecuado para que la innovación florezca, empoderar a sus equipos para que experimenten con libertad, y servir de puente entre la redacción, el negocio y la tecnología. El líder no es el que tiene todas las respuestas, sino el que sabe hacer las preguntas correctas. Es un profesional que entiende que el conocimiento está disperso en toda la organización y que su trabajo es conectar a las personas y a las ideas. Es un liderazgo que valora la transparencia, la comunicación bidireccional y que, sobre todo, tiene profunda empatía por el lector y por los periodistas de su equipo. Entrevisté a Daryna Shevchenko, CEO de The Kyiv Independent. Fundaron el diario en noviembre de 2021; a los tres meses estalló la guerra. Daryna cuenta: “Las bombas caían enfrente de mi casa. Tuve que salir de Kyiv e instalarme en un pueblo a 300 kilómetros. Durante casi un año dirigí en remoto a la redacción de 60 periodistas”. Y explica cómo se preocupan por la salud mental de sus equipos en esas circunstancias tan duras.
García Avilés: “Los periodistas con los que charlé, sin que importe su país de origen ni el tipo de medio donde trabajan, comparten dos características: optimismo a prueba de bombas y humildad profunda.”
– En este contexto, ¿qué rol debería jugar la universidad frente a este escenario de cambio acelerado? ¿Cómo formar periodistas que no lleguen tarde al futuro?
– Debe convertirse en un laboratorio para el futuro del periodismo. Su rol es ser un puente entre la teoría y la práctica, un espacio de experimentación donde los estudiantes no solo aprendan a escribir, sino a programar, a analizar datos, a producir podcasts y a emprender. Las Facultades de periodismo deben inculcar un espíritu crítico y ético, pero también una mentalidad de innovación constante. La universidad debe ser el lugar donde el periodista aprenda a ser un pensador crítico. El plan de estudios debe actualizarse constantemente y la colaboración con los medios de comunicación y las empresas tecnológicas debe ser una prioridad. Creo que no se trata tanto de “no llegar tarde al futuro” sino de vivir intensamente el presente y conocer muy bien el pasado, porque sólo así los periodistas se formarán con la capacidad para adaptarse a lo que venga, sea otro TikTok, un nuevo Gémini o Midjourney o una forma ultrasónica de contar historias. Si no tienes bien anclado el fundamento, la tecnología te hará dependiente y acabará por tener el control. Me preocupa cómo formamos a los futuros periodistas en las herramientas de IA. Los estudiantes usan ChatGPT en sus prácticas y trabajos y será muy difícil que podamos distinguir qué hay de original y de generado por la IA. No es cuestión de prohibirles que usen la tecnología sino de enseñarles a utilizarla. Para contrarrestar la posibilidad del fraude académico, los profesores necesitamos mucha más presencia física y de espíritu. Acompañarlos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, que sirva para conocer mejor a los estudiantes y sus habilidades particulares, para que debatan sobre las diferencias entre los textos humanos y los generados por la IA, para que busquen maneras de enriquecer su escritura y su espíritu crítico. Las máquinas no podrán suplantar la labor del profesor, cada vez más necesaria para mantener la función docente de la universidad.
– Si tuviera que elegir solo una cualidad esencial para el periodista que viene -entre la agudeza analítica, la creatividad narrativa, la capacidad técnica o el criterio ético-, ¿cuál elegiría y por qué?
– Sin duda el criterio ético. En un mundo saturado de información y desinformación, la confianza es el ancla del periodismo. Y esa confianza solo se puede construir sobre un criterio ético sólido e inquebrantable. Todas las demás habilidades, ya sean técnicas, analíticas o narrativas, son herramientas poderosas, pero se vuelven inútiles sin un criterio que las guíe. El criterio ético es lo que distingue al periodista del simple comunicador o creador de contenido, es lo que garantiza que el oficio siga siendo relevante y necesario para la sociedad. Si prescindimos de la ética -y es muy tentador dejarse arrastrar por lo inmediato, lo impactante, lo viral, poniendo la ética en cuarentena-, tarde o temprano, los propios periodistas nos cargaremos el periodismo.
QvaClick recopila noticias desde fuentes oficiales y públicas. Los derechos pertenecen a sus respectivos autores y editores. QvaClick no se hace responsable de los contenidos externos enlazados.
En QvaClick puedes lanzar tu proyecto hoy mismo o empezar a vender tus servicios. ¡Conéctate con clientes y freelancers en un solo lugar!
Copyright 2025 © QvaClick. All Rights Reserved.