Los incendios forestales, avivados por el calentamiento global, son uno de los grandes problemas actuales. Así lo hemos podido ver en la reciente ola incendiaria que, el pasado mes de agosto, arrasó un total de 336.345 hectáreas, tal y como ha asegurado la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, en declaraciones recogidas por la Agencia EFE.
Ahora bien, nuevas investigaciones científicas apuntan a un árbol que podría impedir la propagación de las llamas. Es el caso del álamo temblón, una especie ya conocida por su decisivo papel como cortafuegos, aunque hasta ahora no se había cuantificado el alcance de su capacidad. Así, el estudio publicado en Ecological Applications analiza dos décadas de incendios a lo largo de Estados Unidos, con “un conjunto de variables predictoras de vegetación, topografía y clima“.
El álamo temblón, un árbol contra incendios
“Descubrimos que el álamo temblón ralentiza la progresión del fuego“, señala el informe. “A medida que aumentaba su cubierta en el paisaje, el área diaria quemada y la tasa de propagación lineal disminuían”. En datos, cuando la presencia de esta especie era inferior a un 10%, “el crecimiento diario del fuego promedio era de 1.112 ha/día y la progagación lineal máxima, de 2,1 km/día”; mientras que, si el álamo temblón representaba un 25% de la vegetación total, “estos valores caían a 368 ha/día y 1,3 km/día”. Es decir, una diferencia notoria y clave a la hora de extinguir los incendios.
Tomando este análisis como referencia, la investigación sostiene que se podría utilizar esta especie para una adecuada gestión de los bosques. “Por ejemplo, las intervenciones que cambian la cobertura de coníferas a álamo temblón podrían reducir el riesgo de incendio para los valores cercanos en riesgo”, prosigue el texto. Tal es el caso, de comunidades de vecinos e infraestructuras. Todo ello, sin perder “la función del ecosistema forestal“.
Su denso y húmedo follaje marcan la diferencia
“Las variables meteorológicas y climáticas también fueron predictores fuertes y significativos de las tasas de propagación”, continúa el estudio. No obstante, “no se encontraron interacciones significativas, lo que sugiere que la influencia del álamo temblón, en relación con otros tipos de vegetación, no se vio fuertemente afectada por el tiempo o el clima”. En este sentido, es muy significativo el escenario sobre el que se desencadena el fuego.
Como explican desde Sots Green, empresa dedicada a la gestión de residuos verdes, “algunas plantas y árboles pueden ofrecer protección contra incendios”. Esto se debe a su capacidad para retener agua. Por lo tanto, “plantas como las suculentas, que almacenan agua en sus hojas, tallos y raíces, tienen un contenido de humedad muy alto y actúan como una barrera natural contra el fuego“. En otras palabras, “las plantas húmedas son más difíciles de encender y pueden retrasar la propagación de las llamas”. ¿Sucede lo mismo con el álamo temblón?
Efectivamente, hablamos de un árbol con un denso y húmedo follaje, cuyas ramas elevadas impiden la propagación del fuego, tanto vertical como horizontalmente. Estas características biológicas únicas marcan la diferencia. “No solo frena un incendio, también lo detiene o cambia su curso”, añade el estudio sobre un efecto que persiste incluso en condiciones climáticas extremas. Además, a la hora de incorporar al álamo temblón para proteger comunidades o espacios habitables, cuenta con una valiosa peculiariada: su clara integración paisajística frente a otros sistemas de cortafuegos.
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