Alfredo Cebrián, sobre su faceta de emprendedor-inversor: “Muchos compartimos cierta adicción a meternos en líos”

El ecosistema emprendedor español goza en la actualidad de una consolidación y madurez que era difícilmente prever en 2011, año en que Alfredo Cebrián y Sergio Aguado fundaron Cuatroochenta, empresa tecnológica española especializada en el desarrollo e implantación de soluciones digitales cloud y ciberseguridad.

La compañía ha evolucionado desde entonces hasta consagrarse como uno de los referentes en su sector, con un salto cualitativo en 2020, fecha en que comenzó a cotizar en BME Growth. Con sede central en Castelló de la Plana y un equipo de más de 280 personas, la empresa cuenta con oficinas en España, Colombia, Panamá, República Dominicana y Costa Rica.

El viaje que entonces comenzó Alfredo Cebrián le ha permitido formar parte de ese círculo virtuoso de actores protagonistas del ecosistema emprendedor español que han llevado al sector hasta el punto en que se encuentra en la actualidad.

Saeed Amidi durante la entrevista concedida en Valencia a DISRUPTORES - EL ESPAÑOL el 28 de julio.

Empresas, startups, aceleradoras, business angels, fondos de inversión, universidades, centros de investigación y parques tecnológicos, entre otros, han ido conformando en estos años un engranaje perfectamente coordinado que está dando lugar a sinergias muy potentes.

Precisamente, encontrar en este contexto emprendedores más veteranos que comienzan a invertir en otros emprendedores es una tendencia al alza de la que Alfredo Cebrián forma parte. Amplificar el conocimiento generado se convierte así en un motor para mentes inquietas como el CEO de Cuatroochenta que estará el próximo 29 de septiembre en el evento SOMMOS connecta que organiza el CEEI Valencia.

Foto de grupo del equipo de CEEI Valencia.

DISRUPTORES – EL ESPAÑOL recoge su evolución de emprendedor a inversor en la antesala del evento que tendrá lugar en la capital del Turia, y también ahondamos en sus reflexiones sobre el ecosistema startup en este momento álgido de su desarrollo, e incluso, profundiza en la necesidad de desestigmatizar el error.

“Es muy natural que, conforme las cosas empiezan a salirte bien, un emprendedor quiera ayudar a otros, pero más que una motivación económica es la motivación de hacer cosas diferentes, ayudar a otros. Diría que muchos emprendedores compartimos cierta adicción a meternos en líos”.

La experiencia previa como emprendedor: la clave

“He priorizado mucho invertir en y desde Cuatroochenta, por lo que, al no tener eventos de liquidez, es decir, no tener un duro a nivel personal, hasta hace unos pocos años no invertía directamente”.

En el pasado más reciente esta circunstancia ha ido cambiando, de forma que Alfredo Cebrián ha podido invertir en startups y otros proyectos empresariales, “buscando poner un pie dentro de proyectos que te gustan por su equipo, por su actividad o mercado”.

“Busco conocimiento, experiencias… podría considerarlo como una parte de mis ‘hobbies’; ayudar a otros con sus proyectos o participar en compañías que me ilusionan”

Las tesis que guían sus pasos, al igual que sucede con muchos otros emprendedores que acaban ayudando a otros fundadores, distan sobremanera de la que tendría otro actor del sector del capital.

“Mis tesis de inversión en lo referente a startups no solo se basan en esperar un retorno económico, también busco conocimiento, experiencias… podría considerarlo como una parte de mis hobbies, ayudar a otros con sus proyectos o participar en compañías que me ilusionan”.

Reconocer en aquel que se quiere ayudar al fundador inexperto que uno fue es algo que este tipo de perfiles comparte.

“Cuando un emprendedor ejerce de inversor no deja de ser alguien que ha pasado por una experiencia similar, que te tiende una mano. No se puede generalizar, pero en término medio, diría que un emprendedor que invierte en una startup puede acabar aportando un punto más de asesoramiento, acompañamiento y también de empatía para afrontar las dificultades que se pueden dar, que otros perfiles más financieros no van a tener”, argumenta al respecto Cebrián.

“Trato de ponerles las cosas fáciles, evitando hacerles perder tiempo, poner foco en lo que realmente importa y dejarles hacer sin convertirme en una molestia”

El paso por Cuatroochenta ha sido pieza clave para forjar el Cebrián ‘inversor’ de la actualidad. “Al haber vivido y experimentado en primera persona lo que implica contar con inversores y accionistas, me ha ayudado a tener una empatía especial con los emprendedores, tratando de ponerles las cosas fáciles, evitando hacerles perder tiempo, poner foco en lo que realmente importa y dejarles hacer sin convertirte en una molestia”.

Sobre qué tres pilares ha de tener una startup para captar su interés, Cebrián tiene claro lo prioritario: “Puede parecer obvio, pero es importante, entender el negocio. No invierto en cosas que no consiga entender”.

“Un proyecto puede ser muy complejo, requerir capacidad técnica, operaciones… pero toda esa complejidad se tiene que transformar en un modelo de negocio claro“, incide.

En segundo lugar, el equipo es otra pieza angular del proyecto. El inversor sabe muy bien con qué tipo de perfiles no trabajaría.

“Con la soberbia no convivo bien. Hay emprendedores que consiguen grandes proyectos en términos económicos con un carácter para mí incompatible; yo prefiero centrarme en otro tipo de personas”

“Valoro mucho la diversidad no busco clones, pero sé que hay aspectos que no me gustan, con la soberbia por ejemplo no convivo bien. Y sé que hay emprendedores que consiguen grandes proyectos en términos económicos con un carácter para mí incompatible, pero yo prefiero centrarme en otro tipo de personas”.

Por último, Cebrián necesita que la iniciativa le brinde una experiencia: “Puede ser la combinación de poder ver una actividad que me llama la atención, aprender cosas nuevas, interactuar con un equipo interesante, coinvertir con personas que admiro, entrar en un proyecto que apunte a una escala, etc”.

En definitiva, “si un proyecto tiene una idea que entiendo y en la que puedo creer, un grupo de personas motivante y puede aportar algo en términos de experiencia vital, tiene muchas posibilidades para mí”.

Hipercompetitividad: el reto

Su dilatada experiencia permite hacer una reflexión profunda de la evolución del ecosistema emprendedor español e identificar sus principales desafíos. Sin duda, Cebrián ve en la hipercompetitividad del mercado uno de los retos mayores.

“Casi todo se concibe de forma global, lo que haga alguien en la India, Estados Unidos o Brasil puede impactar directamente en tu negocio. La democratización de las herramientas publicitarias, los canales o la tecnología hacen que las barreras de entrada, cada vez, sean más complicadas de generar, así que los márgenes con los que se trabaja también se reducen”, indica al respecto.

“Creo que hoy en día tenemos prácticamente las mismas fortalezas y debilidades que cualquier emprendedor en el mundo occidental, por lo que tenemos que sentirnos bastante afortunados, no tener que preocuparte por tu seguridad, por la educación o saber que tienes asistencia sanitaria, aunque sean aspectos que no se suelen relacionar con el emprendimiento, afectan mucho a poder poner foco”, asevera.

Bendita ‘adicción a meterse en líos’ la de Alfredo Cebrián y muchos otros emprendedores del ecosistema. Sin ellos, la madurez actual de España y su posicionamiento a escala global hubiera sido una quimera.

Alfredo Cebrián.

Alfredo Cebrián.

“Hay que enseñar a fracasar, a fracasar bien”

El CEO de Cuatroochenta también se pronuncia sobre lo que supone fracasar en un proyecto emprendedor y aporta dos visiones enriquecedoras.

La primera reflexión pone en el foco la forma que tiene la Administración pública de dirigirse a los emprendedores, con especial atención al comportamiento de estas instituciones con empresas que van mal.

“Siempre hay jetas en todas las esferas, pero la mayoría de los empresarios o emprendedores que conozco que les ha ido mal un proyecto, sufren ya por su propio sentido de responsabilidad y tratan de arreglar las cosas y quedar bien con todo el mundo, sin embargo, el tono, la intensidad y las exigencias de la administración los equiparan a criminales”, sentencia Alfredo Cebrián.

“Uno puede entender que un proveedor se enfade, porque incumplirle un pago le pone en aprietos a él, pero la administración, debería de facilitar las cosas, no regalarlas, pero sí acompañar en el proceso, simplificar la comunicación, humanizar la relación”, añade.

Respecto a la estigmatización del error, el empresario asegura que todavía persisten viejas creencias y que el foco debería ponerse en “enseñar a fracasar, a fracasar bien”.

“La empleabilidad de las personas que han montado una startup que ha cerrado es bastante alta, y suelen ocupar puestos interesantes y de responsabilidad. Creo que si tenemos un problema es que muchas veces somos tozudos, y en lugar de basarnos en la realidad seguimos anclados en viejos clichés. Pensamos que el fracaso en España se penaliza, pero la realidad es que los emprendedores que han fracasado ‘bien’ suelen tener una progresión muy positiva”.

En un ecosistema con grandes conocimientos sobre la puesta en marcha de una startup, faltan contenidos y formación para afrontar el cierre.

“En las aceleradoras, incubadoras, etc. siempre se habla de cómo captar inversión, crear planes de negocio… pero no sería malo que se incluyeran temas sobre cómo se cierra una empresa, cómo se gestiona un concurso de acreedores o liquidación, cómo se gestiona la comunicación con inversores si la cosa sale mal y van a perder su dinero o un programa que las acompañe llegado el caso”.

“La forma de fracasar sí que marca la diferencia, para mí es muy importante cómo un emprendedor cierra un proyecto, que sea transparente, diligente, profesional. Es parte del proceso y del compromiso”, concluye.

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