Putin, Xi Jinping y el ansia por ser “inmortales”: qué dice la ciencia sobre la posibilidad de vivir “hasta los 150 años”

Xi Jinping confesó a Vladímir Putin, según captó un micrófono abierto en el desfile militar celebrado por el 80 aniversario del fin de la II Guerra Mundial en Asia, que “las predicciones apuntan a que este siglo se pueda vivir hasta los 150 años“.

Las palabras del presidente chino coinciden con las de científicos especializados en longevidad. Uno de los más prestigiosos, el genetista de Harvard David Sinclair, asegura que la primera persona que cumplirá esta edad ya ha nacido.

Sus argumentos, eso sí, difieren de los que utilizó Putin en la conversación para explicar por qué cada vez vivimos más: “Gracias al desarrollo de la biotecnología, los órganos pueden trasplantarse constantemente e incluso alcanzar la inmortalidad”.

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No es cierto que con esta técnica se logre vivir más, como afirmó el líder ruso. Algunos estudios sí que han apuntado a otros mecanismos para conseguir un aumento en la esperanza de vida.

El envejecimiento es multifactorial

El límite de la longevidad para los supercentenarios varones se sitúa actualmente en torno a los 113, mientras que para ellas se encuentra alrededor de los 116.

Según un artículo publicado en 2021, la resiliencia de las células humanas podía extenderse hasta los 150 años. La persona más longeva hasta la fecha (la francesa Jeanne Calment) vivió 122; es decir, se quedó a casi 30 de alcanzar el límite establecido por la ciencia.

Por ello hay científicos que aún muestran su desconfianza ante la posibilidad de que alguien pueda vivir 150 años antes de que finalice este siglo.

Es el caso de Guillermo López Lluch, catedrático del Departamento de Fisiología, Anatomía y Biología Celular de la Universidad Pablo de Olavide e investigador sobre sistemas antioxidantes en el envejecimiento del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo.

“A día de hoy, no creo que vaya a ser posible”, asegura a EL ESPAÑOL. Lo que podría suponer un cambio sería que se descubriera que la longevidad depende de una sola causa. Pero no es así.

Basta con echar un vistazo a las investigaciones que se están realizando con el fin de aumentarla para comprobar que apuntan en distintas direcciones.

Lo que sí tienen en común estos avances es que, por el momento, todos ellos se han llevado a cabo con modelos animales.

En ratones, por ejemplo, se ha conseguido incrementar la longevidad hasta un 40% al introducir el gen de la telomerasa (una enzima clave para el mantenimiento de los telómeros, cuya longitud se considera un biomarcador del envejecimiento).

Recientemente, una empresa estadounidense ha anunciado que administrará una pastilla diaria a 1.300 perros para aumentar su longevidad. En otro ensayo clínico, también realizado con canes, se ha optado por la rapamicina.

Este fármaco también promete alargar la vida en humanos. Ya está indicado como inmunosupresor. De ahí que López Lluch tenga ciertas dudas sobre un compuesto que “deja el sistema inmunitario deprimido”.

“Todo tiene sus pros y sus contras”, prosigue, “y el envejecimiento es multifactorial, por lo que no hay un tratamiento único“.

La española María Branyas es la persona viva de mayor edad.

Otra de las posibles alternativas para revertir el envejecimiento son las células senescentes. En modelos experimentales se ha demostrado que reducen de manera significativa el desarrollo del cáncer.

Su presencia se ha relacionado con un envejecimiento más rápido. Aunque en algunos estudios se ha comprobado (en ratones) que se podría prolongar la vida con senolíticos, unos fármacos que eliminan a las células senescentes.

“Estos hallazgos se han conseguido en modelos animales que se han mantenido bajo unas condiciones determinadas”, indica López Lluch. “En el caso del ser humano todo es mucho más complejo“.

Más longevos, más sanos

El investigador reconoce que esta complejidad ha llevado a alguno de sus colegas a estudiar qué características presentan las personas más longevas.

El jefe del grupo de Epigenética del Cáncer del Instituto Josep Carreras (IJC), Manel Esteller, lideró una investigación en la que descubrieron que Maria Branyas tenía una edad biológica de 17 años menos.

Como explicó en este artículo de EL ESPAÑOL, los motivos por los que llegó a vivir 117 años fueron varios: desde la alimentación hasta su genética. Es decir, no había una única causa que lo explicara.

El Cultural

Además, su estado de salud era “casi perfecto”. Como apunta López Lluch, “no tiene mucho sentido vivir más tiempo pero tener más morbilidades“. A su juicio, erróneamente “se trata el envejecimiento como si fuese una enfermedad”.

Y es que el aumento de la esperanza de vida que se está experimentando (para 2050, podría aumentar hasta los 77 años) ha estado acompañado de un incremento de las enfermedades crónicas.

Es cierto que, desde el punto de vista farmacológico, sí que se distinguen dos vías: las de aquellos que actúan contra las enfermedades del envejecimiento y los que lo hacen sólo a nivel de longevidad.

Esteller no descarta que los fármacos antilongevidad, aquellos que no actúan contra una enfermedad pero sí que aumentan la esperanza de vida, serán más frecuentes en los próximos años.

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