En la Amazonia, la selva más biodiversa del planeta, la ciencia lleva poco más de veinte años encontrando respuestas a necesidades cotidianas de la piel y el cabello. De sus frutos brotan aceites y mantecas con poderes hasta hace poco desconocidos: hidratan, relajan, regeneran y fortalecen. Se trata de los bioactivos amazónicos, ingredientes naturales que, además de nutrir, ayudan a combatir el estrés, la resequedad, la flacidez y los daños provocados por el sol.
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La lista de bioactivos amazónicos que conocen y aprovechan compañías cosméticas como Natura ya superan las 40 especies y cada uno aporta beneficios únicos. Entre los más destacados se encuentra la castaña, que combate la resequedad y regenera la piel desde el interior. También sobresale la ucuuba, un fruto con propiedades antiflacidez que estimula la producción natural de colágeno y elastina, fortaleciendo la piel y dejándola más firme.
Otros ingredientes actúan directamente contra los signos de la edad y el desgaste diario. El tucumã estimula la producción de ácido hialurónico y rellena la piel, devolviéndole uniformidad, mientras que la pitanga refresca y perfuma con un efecto revitalizante que aporta ligereza y frescura. El açaí, por su parte, combate la opacidad al reenergizar la piel, devolviéndole luminosidad natural. A estos se suma el buriti, rico en betacarotenos, que protege de los daños solares y promueve la regeneración cutánea, convirtiéndose en un aliado indispensable en climas extremos.
Natura utiliza los frutos de la Amazonia para generar sus productos desde hace más de 20 años. Foto:Edwin Caicedo. EL TIEMPO
Los bioactivos también ofrecen soluciones específicas para el cuidado capilar. El patauá, usado tradicionalmente por comunidades amazónicas, refuerza las fibras capilares y acelera el crecimiento del cabello. El murumuru repara la fibra y evita el quiebre, manteniendo el cabello fuerte y saludable. Finalmente, la andiroba aporta resistencia frente a las agresiones diarias, al recomponer la barrera cutánea y dejar la piel más protegida. En conjunto, estos frutos revelan el enorme potencial biológico escondido en la biodiversidad amazónica y muestran cómo tradición y ciencia pueden unirse para transformar el cuidado personal.
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La valorización de los bioactivos permite a las comunidades amazónicas vivir de la biodiversidad. Foto:Edwin Caicedo. EL TIEMPO
Comunidades y conocimiento ancestral
“Nuestra estrategia de innovación combina dos fuentes de conocimiento: la alta ciencia y la proximidad con las comunidades amazónicas”, explica Iguatemi Costa, gerente senior de innovación sustentable de Natura. “De un lado, equipamiento y análisis que nos permiten leer la composición química de cada especie. Del otro, la traducción del conocimiento tradicional acumulado por generaciones”.
Básicamente estos hallazgos no habrían sido posibles sin las comunidades amazónicas. “El uso tradicional de determinada planta para un fin específico es un acelerador muy importante en nuestro desarrollo”, dice Costa. El patauá, por ejemplo, se utilizaba ancestralmente en el cabello; la ciencia validó su eficacia y lo convirtió en un ingrediente cosmético.
“Lo fascinante es descubrir que dentro de un mismo fruto puede haber más de un ingrediente con actividades biológicas complementarias”, señala Costa. “El tucumã es un buen ejemplo: la pulpa y la semilla generan dos bioactivos distintos que trabajan en sinergia sobre la piel”.
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Iguatemi Costa, gerente senior de innovación sustentable de Natura. Foto:Edwin Caicedo. EL TIEMPO
Las mismas comunidades son hoy las proveedoras de estos frutos, en cadenas de valor que generan ingresos sostenibles. Así, la innovación se convierte en herramienta de inclusión y desarrollo local.
El caso de la ucuuba ilustra el potencial de la bioeconomía. Antes se talaba indiscriminadamente por su madera, pero la valorización de su semilla transformó la lógica de explotación. “Quien antes cortaba la ucuuba por la madera y tenía una ganancia puntual, hoy obtiene un ingreso continuo a partir de la manteca que provee la semilla”, explica Costa. “Eso hace que valga más la pena mantener el árbol en pie que derribarlo”.
Natura trabaja directamente con las comunidades en la extracción de los insumos para sus productos. Foto:Natura
Ese es el corazón de esta estrategia: crear valor a partir de un uso sostenible que convierte la biodiversidad en motor económico y que, a la vez, garantiza que la selva permanezca intacta.
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Desde el año 2000, cuando comenzó esta búsqueda de bioinsumos por parte de Natura, se han identificado más de 40 bioactivos amazónicos. El camino, sin embargo, apenas empieza. “Hoy tenemos una capacidad diferenciada de dar centralidad a estos ingredientes en nuestra estrategia de innovación”, asegura Costa.
Pero también hay una advertencia, mientras se deforesta la selva: “Estamos perdiendo biodiversidad y, con ella, conocimiento tradicional que podría acelerar la innovación”, dice. “La clave está en mantener vivas estas tres fuerzas —biodiversidad, comunidades y ciencia— trabajando juntas”.
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